El Papa en el Congreso Internacional “CATEQUESIS Y PERSONAS CON DISCAPACIDAD: UNA ATENCIÓN NECESARIA EN LA VIDA DIARIA DE LA IGLESIA”:
“Todos somos vulnerables”
Organizado por el Consejo Pontificio para la promoción de la Nueva Evangelización (responsable entre otras cosas de la promoción y coordinación de la catequesis en toda la Iglesia), y celebrado en la Universidad Pontificia Urbaniana del 20 al 22 de octubre de 2017, el Congreso Internacional “Catequesis y personas con discapacidad: una atención necesaria en la vida diaria de la Iglesia” congregó a 500 personas entre catequistas, agentes de pastoral en el ámbito de las diversas capacidades, y personas con discapacidad.
El Padre Michaél Depcik OSFS, director del Cathilc Deaf Community de la Archidióceis de Detroit (EEUU), uno de los 20 sacerdotes sordo mudos que hay en el mundo, contó su experiencia de conversión. Si tenemos en cuenta que sólo un 3% de los padres de niños sordos aprenden el lenguaje de los sordos, y que el 96% de los sordos no participan de las celebraciones litúrgicas, entendemos el alcance de este desafío pastoral. Los sordos no piensan con palabras, sino con signos. Las palabras se pueden traducir pero, ¿cómo traducir la “música” de los sordos? No se trata sólo de traducir de un lenguaje a otro, sino de una manera de pensar a otra. Pero además, las dificultades de la comunicación no se dan sólo por el lenguaje, sino también porque los sordos tienen otras necesidades vitales distintas a las de los oyentes.
El Padre Depcik tuvo la suerte de ser hijo de sordomudos, que le iniciaron en la fe y le trasmitieron el ejemplo de los santos. En la escuela católica en cambio le enseñaron a rezar sin entender lo que decía, recitando oraciones cuyo significado no había sido debidamente traducido a su mundo gestual. Pero en un viaje a Australia cuando tenía 18 años (y estaba a punto de dejar la Iglesia), aprendió de la familia que allí lo acogió otro modo de rezar, conversando con Dios, con naturalidad, con sus gestos. Y desde esa experiencia pudo encontrar la vocación al sacerdocio y al ejercicio de su ministerio al servicio de los sordos. Una pastoral a partir de la palabra de Jesús a aquel sordomudo apartado, “effeta”, que todos recibimos como signo en el bautismo. Porque no es sólo una llamada de Cristo a abrir los oídos para escuchar y los labios para hablar, sino una llamada a todos, más allá de capacidades y discapacidades, para abrir la mente y el corazón a la Palabra de Dios.
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